Deportistas aguerridos
corren con vocación
toda la costa
esquivando a los niños
que envites de la insolación
cavan sus fosas.
Con irritados chillidos
cansadas las criaturas
¡pobres bebés deprimidos!
reclaman a sus madres,
a sus tías,
a quien sea,
agua fresca.

  Divorciados desabridos
quieren encontrar consuelo
pasando sus ojos
en rasante vuelo
de culo en culo
y de teta en teta.
¡Más agua fresca!
¡Más agua fresca!

   Luce este sol radiante
y corre un aire
muy frío.
Nubes de arena pinchuda
ciegan a las criaturas.
Si aquí no hay
quien aguante.
Sacan el bocadillo
y el viento
se lleva por los aires
el papel arrugado
de aluminio.
¡Cuidado con los cristales!
O¿Son medusas?
¡Mi madre,
eso es peor!
_No dejes tus compresas
en la arena.
_ ¡Tanto te cuesta
ir hasta la papelera!
_ Amenaza resaca.
¡Qué bien!
Saca la tabla.
Empieza a haber ruido.
Los socorristas
escuchan la radio
bastante aburridos.
El divorciado entierra en la arena
sus cigarrillos.
Los solteros de buena vida
ya han recogido,
dejando abandonada
una lata vacía de crema.

   Mujeres en la treintena,
funcionarias,
asistentas,
que han salido del trabajo
estresadas y cansadas
han llegado a sus casas,
desmayadas,
agarran a toda prisa
bolsa de playa,
esterilla, y corriendo,
casi sin refrescarse,
posponiendo
la comida
a las siete de la tarde,
presumidas muy morenas,
pisan la arena que arde.
Acaban de llegar,
dejan las zapatillas,
se quedan en tanga,
extienden la toalla,
se embadurnan,
y exponen a pura secadura
la piel en racimo
de venas hinchadas,
como unas uvas agrietadas,
pasas pasadas
duras y blandas,
y se las ve repartidas
por toda la playa.

   Falta un hombre que venda
helados y barquillos,
y agua,
más agua fresca.
Mi madre se levanta,
pliega la sombrilla.
La playa le relaja.
Para mí es entretenida.
Mis amigos se lo pierden.
me pregunto
si estarán desayunando
Recogemos y nos vamos.
Observo la última estampa:

   Hay barquitos
de vela surcando
 las olas del mar,
la suavidad
de la tarde
tamiza la luz
solar.
Los niños
con cubos
y palas, la infancia
provista en el chino,
en julio, en agosto
¡qué más da!
 de plásticos,
(que fácil son de llevar
y qué fácil son de olvidar)
abarrotan la orilla.
Chapotea tu niño,
Y chapotea tu niña
 y sin malicia ninguna
en el agua de la dicha
contaminan, el mar.
Y a lo largo de su infancia
diez cubos
y diez palas
y tropecientos rastrillos
y moldes en forma de pulpo
y estrellas de mar por un cubo
contaminan, contaminan
y no paro de contar.....




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