¡Qué fácil es no creer!






    ¡Qué fácil es no creer
cuando tenemos amigos!
Y pongo en ellos,
exclusivamente en ellos     
toda mi fe.
                                   Y qué grande es el peligro.








  ¡Qué fácil es no creer
cuando se tiene dinero
y creo
que todo se puede comprar
absolutamente todo
todo lo que yo más quiero
                                       
                            Y qué grande es el peligro. 



   Qué fácil es no creer
en nada de lo que veo
y en nada de lo que siento.

   La salud es lo primero
Sólo creyendo en mi mismo
sé muy bien que me refuerzo.

 Ni me engaño, ni despreció
y me miro en ese espejo
que de un modo seductor
me dice cuánto me quiero.
Autenticamente Yo.
                                           Y que grande es el vacío.

   ¡Qué fácil es no creer!
Cuando ya no tengo nada.
Cuando los amigos fallan
y el dinero se me fue.
Y sin dinero y amor
ni amor propio ya siquiera
sólo una chispa de ingenio
 es lo único que queda.

No daré gracias a Dios.
No sé lo que es la Alegría
para darme por fin cuenta
de que vivía engañado,
y a mí mismo me desprecio...
¡Y he vivido despreciado!
¿Cómo quieres que yo crea?

   Por eso yo me castigo,
y me castigo, y castigo
por no haberlo antes sabido,
lo grande que era el peligro.
   Aquí estaba  ese vacío
y ahora que voy
  y miro
 no veo ni siquiera el fondo.
  Es el vacío,
 el vacío,
y no lo llena
ni Dios.

                 

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