Hemos aprendido la melodía,
y todavía no sabemos escuchar
el fondo,
el murmullo de fondo.
el acompañamiento de fondo,
el fondo visceral y hondo
como del vendaval lejano,
el fondo.

Ahullando los lobos,
ladrando los perros.
Nos vigilan los buhos,
los buitres y los cuervos.

Mientras, de otros pájaros
pían debilmente
 los polluelos.

Mas, susurran las hojas
sobre cantos y rocas.
Se estrella el agua que salta
 en  torrentes y pozas.

La lluvia salpica
los chasis de mil coches en fila.

La lluvia salpica
unos pocos coches
rodantes de tedio.

Tranquila y deliciosa
 melodía brillante,
 perfecta,
 en silencio la silbo.

El maravilloso blanco en blanco
donde percibo y siento
 los sonidos que quiero,
 sigue siendo perfecto.

  Y ahora está ahí, ahogándose.

Entonces, dejo de cantar,
columbro, y escucho.

   Cuando oigo por fin solo
ese sonido con el que yo no contaba,
pasando de una febril congoja 
al de su respiración tranquila y en calma
con su débil latido, de un corazón
lleno de coraje,
¡Tan humilde!

Ahí, en el fondo. Entonces,
sonrío.

 He aprendido....
Aprendido a escuchar.

Volverá
la verdadera ópera:
 lenguas como batutas,
golondrinas que son musas...
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

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