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Mostrando entradas de abril, 2018

Frases célebres

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FOBIA A LA INTELIGENCIA " Nada es tan importante para un hombre como la compañía de una mujer inteligente." Leo Tolstoy Curiosamente, ayer me traje por la noche a casa "Guerra y Paz" en una edición en inglés porqué no sé ruso. Y esta mañana nada más conectarme me encuentro esta frase en facebook sin haber hecho ningún comentario sobre lo anterior en las redes. Esta frase me ha hecho reflexionar sobre lo triste que es todavía para una mujer el cultivarse en soledad, y la falta de respeto que la sociedad muestra todavía hacia las mujeres que deciden dedicar su vida al estudio tengan o no una familia. Mientras, para una mujer, la compañía de un hombre inteligente es siempre algo tan, tan ¿Tan imposible de lograr? Me pregunto. No es que uno tenga como pareja que ir dos pasos por detrás de su esposo, o de su mujer. Los...

Un padre que es mejor olvidar

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  Allí se levantó porque ya era la hora de estar levantada y tenía sed. En el norte de la choza había unas calabazas colgadas como cantimploras. Allí bebió un poco de té frío a sorbitos muy pequeños, de la suya.       En casa de la abuela, el hombre machacador de chufas se comportaba con respeto. Pero a ella seguía sin gustarle, y por mucho que se esforzara en sonreír no podría reemplazar a su propio padre.    Pero Mamá, recordaba despectivamente a Papá.    Decía Mamá que aquel hombre había sido un vago y un sinvergüenza, además de un cobarde. Que un día consiguió no sé qué armas, y se juntó con otros tan envidiosos, tan ambiciosos, cobardes y borrachos como él. Y desapareció con aquellos bandoleros cerca de la foresta fronteriza, a atemorizar, y a robar a pobre gente indefensa como la propia familia que dejaba atrás. A su madre no le daba vergüenza reconocer cómo se había equivocado con aquel indeseable. P...

La Mamá de Allí y su pretendiente

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Respecto a su madre. Tenía recientemente un pretendiente. Por la mañana, nada más despertarse pensó que aquel tipo forzudo había sido quien la había cogido en brazos y la había metido en la choza. Por eso cuando dijo “¿No habrá sido ese?” Su madre le había contestado con lo de “¿Quién si no yo? Niña estúpida” Porque a ella no le gustaba aquel tipo gordo.    El día anterior, que fue viernes, su madre le había gritado mucho. “¡Me tienes harta!” “¡No me ayudas nada! Todo era culpa de ella. Pero ¿Quién se encargaba de recoger los pocos restos de la comida para dárselos a las gallinas? Y ¿Quién era la que tenía que ir a buscar cada atardecer la leña para el fuego, para tener un poco de luz y calor a la noche? La abuela era quien cuidaba el hogar; pero también estaba en cima de ella: “Faltan palos” decía, y ya la veías a ella tener que ir a buscar cualquier cosa con la que prender el pequeño fuego, ese que arde tan lentamente y parsimonioso cuando está a cargo la ab...

Allí recuerda a su tío y a sus primos

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En su casa no había hombres. Si ella, o cualquiera de sus hermanos se quedaba dormida fuera del catre, era su madre siempre quien los llevaba a la cama.    La  joven niña no podía ver una sola muñeca de las que dejaban por ahí tiradas sus hermanas pequeñas, o las niñas de los vecinos, todas blancas curiosamente, no podía verlas tiradas, desnudas. A ella no le gustaban las muñecas; perecían lo que eran: cuerpos sin vida: Pero cuando veía asomando una cabeza con la cabellera entremezclada con la tierra de la calle, o unas extremidades rígidas y desnudas con unos ojos tiesos azules mirándola fijamente, tenía entonces que recoger al muñeco en su regazo, hacerle un arrebujo con un trozo de tela vieja, y con unas cuantas hojas y flores de olea hacerles una cuna.    No. En su casa no había hombres. Pero por lo menos había mujeres para cuidar a los niños. En otras casas tampoco había madres, sólo abuelas con niños de piernitas muy delgada...

¡Qué fácil es no creer!

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    ¡Qué fácil es no creer cuando tenemos amigos! Y pongo en ellos, exclusivamente en ellos      toda mi fe.                                    Y qué grande es el peligro.   ¡Qué fácil es no creer cuando se tiene dinero y creo que todo se puede comprar absolutamente todo todo lo que yo más quiero                                                                     Y qué grande es el peligro.     Qué fácil es no creer en nada de lo que veo y en nada de lo que siento.    La salud es lo primero Sólo creyendo en mi mismo sé muy bien que me refuerzo.  Ni me engaño, ni despreció y me miro en ese espejo que de un modo seductor me dice c...