UN CUENTO PARA PRINCESAS
Aquí, la imagen del rey
ya no se tiene
aunque en algunas naciones
aún se mantiene.
Yo misma cuando era joven
fui muy monárquica
hasta que trunqué mis ambiciones
y me hice anárquica.
Pues pensé que casaría
con un zar o emperador,
presidente de república
o cualquier grande señor,
fui monárquica hasta
la médula
mientras me mantuve
crédula.
Defensora del machismo,
sin mirar a quién
me juntaba,
me junté con lo peor
por jugar atolondrada
toda mi vida entera
a la carta perdedera.
Mujer tan machista fui
que entre las otras mujeres
destaqué por lo febril
de mi lucha contra todas
y una a una las vencí...
Y todo por ser la zarina
de una corte carmesí.
Aquí la imagen del rey
ya no se tiene.
Es La Reina la que manda.
Pues emponderada ella
entre todas las mujeres
ha arrebatado el poder
a fuerza de seducciones
y como quien pisa escalones,
pisa niños, pisa hombres
con tal de ascender de presto
con desparpajo siniestro.
Pues ya es muy antiguo el dicho:
"A rey muerto
reina que le quita el puesto".
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